Cuando quieres a alguien, notas como miles de mariposas te recorren la tripa; te hacen cosquillas y es una sensación realmente agradable. Yo la sentí una vez, era tan maravilloso que no quería que eso terminase nunca. Pero llego el día en que él decidió marcharse, y no entiendo muy bien porque, pero sabía que eso tarde o temprano pasaría. Pasaron días, semanas y algunos meses y yo seguía queriéndole y pensando en él como el primer día; esperando sus llamadas e intentando recordar su voz.

De repente me vino a la cabeza lo que me prometió el día en que se despidió de mí:

- Pero seguiremos siendo amigos, ¿no?

+ Claro que sí.

- ¿Me lo prometes?

+ Por supuesto.

Y ahora, me doy cuenta que las promesas son solo palabras, ya que nunca más he vuelto a oír su voz...

2 comentarios:

  1. Anónimo26/12/10

    Que razón tienes.Las promesas no valen nada..

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  2. Anónimo13/3/11

    Pues si.. no valen una mierda muchas palabras y lkuego.. siempre te la acaban dando

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