Hay que estar atento a lo que te rodea, porque a veces, de repente, algo puede alegrar tu día. Eso que estás por escuchar no es una canción, es la voz de la nieve derritiéndose en agua pura. Fuera de mi ventana, solo veo coches que van a toda hostia, motos alocadas que dejan el tráfico atrás... Y con todo esto he aprendido una pequeña verdad: el mundo te quiere rápida para que llegues a tiempo; te quiere veloz para recordar solo el sonido de tu paso, y es por esto que cuando te acuerdas que no vas a ningún lado, ahí es cuando aceleras.



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